____ mira hacia todos los lados sin entender nada y un
susurro le dice que se aleje de todo, el
pecho se le encoje al ver las lágrimas de su madre derramarse pero el miedo le
consume al ver los labios en línea de su novio y la mirada fría hacia una parte
de la habitación que desconoce.
-
Sal de la habitación, ______.
La voz rota de su madre le hace estremecer y antes de
negarse a echarle cuenta capta la mirada de Justin que con la mirada le pide a
gritos que le haga caso a su madre. ____ se acerca temblorosa a Justin y cuando
está a unos centímetros, eleva su mano para acariciar la barbilla rasposa de
él. Se pone de puntillas, rozando sus labios.
-
Dime, que todos esos secretos no tienen nada que
ver con mi madre. Por favor.
-
_______, sal de la habitación…
-
Justin, pero…
-
Por favor.
Después de girarse para mirar a su madre sale de la sala
dejando el rastro de un miedo aterrador. Cuando ésta sale de la habitación, los
ojos de Justin se encuentran con los de Noemí. Una mirada fría, pura, sincera,
dolorosa y llena de miedo.
-
¿Le has dicho alg…-antes de que acabe Justin le
interrumpe con una risa sarcástica.
-
¿Crees que si le hubiera dicho algo estaría ella
aquí ahora mismo? Cumplo mis promesas, sabes eso.
-
Tu padre no las cumplió realmente.
-
No quieras meter a mi padre en esto.
-
Tu padre es el centro de todo esto, Justin.
-
Por tu culpa, si tú no…
-
No lo digas.
-
¿A caso te surge el miedo ahora, Noemí?
–pregunta Justin con tan solo rencor en sus palabras.
-
He tenido miedo siempre, por eso caí en esta
enfermedad.
-
Y tenías que curarte justo ahora –susurra
Justin.
-
Echaba de menos todo esto –dice Noemí alzando la
voz mientras mueve sus brazos de un lado a otro, sin poder contener todos sus
sentimientos.
-
¿El qué echabas de menos? ¿Eh? –pregunta Justin
acercándose a ella - ¿hacerle daño a mi padre? ¿mentirle a tus hijas?
-
¡Tú no tienes ni idea de todo esto, tenías trece
malditos años cuando todo pasó!
-
Pero he tenido que contener ese secreto por más
de cinco años, he tenido que ver a mi novia, sí, a la chica que dejaste sola,
llorar noche tras noche, y no le he podido decir la puta verdad ¿sabes por qué?
¿lo sabes? ¡claro que lo sabes! Por no hacerle daño a mi padre, por cubrir tu
espalda sin tener porqué hacerlo.
-
Lo que pasó no debería de haber pasado.
-
Pero pasó, ¿y ahora qué le vas a decir a tus
hijas?
-
No tengo por qué decirles nada. Y tú tampoco.
-
No voy a seguir así, Noemí. Ya no más – dice
Justin bajando la cabeza mientras los momentos junto a ___ pasaban cámara
lenta- estuve con tu hija para cuidarla, como tú y mi padre me obligasteis a
hacer. Pero me he enamorado. La quiero, y no voy a mentirle más.
-
Desenamórate. Aléjate de ella, le harás daño.
-
Se lo he hecho todo este tiempo por tu culpa, no
me vengas ahora con preocupación sobre los sentimientos de tu hija.
-
Lo hice para protegerla de todo.
-
¡Lo único de lo que tenías que protegerla era de
ti!
-
¡YO NO HICE NADA! –grita Noemí mientras el
corazón le empieza a latir como si quisiera salirse de su pecho.
-
¡MATASTE A SU PADRE, ¿ESO NO ES NADA?! –exclama
Justin rojo de la furia sin saber que acababa de romper al amor de su vida por
la mitad.
|| NARRA _______ ||
El mundo se me vino abajo cuando escucho esas tres palabras mataste a su padre. Me dejo caer en la
puerta abriéndola y la mirada de mi madre y de Justin se ponen en mí. Los ojos
se me aguan y puedo escuchar algo romperse contra el suelo: mi corazón. Las lágrimas salen una tras
otra desembocando en mis labios haciendo que mi saliva cobre un sabor salado.
He estado engañada toda mi vida. Mi madre, mi propia madre mató a mi padre. Y
Justin salió conmigo tan solo por obligación, ¿es esto un maldito sueño? Si es así despertarme ya, por favor. Doy
algunos pasos hasta ponerme en frente de mi madre que llora, quizás, con la
misma sofocación que lo he hecho yo cinco años atrás. He cambiado mi mirada de
amor a odio en tan solo segundos. Siento tanto dolor, que no sé cómo realmente actuar.
-
¿Cómo…-me atraganto con mis lágrimas- ¿cómo pudiste?
–retomo mi pregunta con la voz rota. Sin querer otra cosa que irme lejos de ese
lugar. Pero necesito tantas respuestas.
-
Hija, yo…-le corto ‘no me llames hija’ susurro con dolor en mis palabras- nada de esto
debería de haber pasado. Una noche tu padre y yo estábamos peleando, me
encontró con otro hombre. Yo estaba nerviosa, me quería separar de ti. Te
quería llevar con él. No podía hacer otra cosa, estaba enfadada. Y…
Le miro mientras mis piernas tiemblan junto a mis labios,
mis manos mueren por ir hacia su cara y hacerle sentir todo el daño que estoy sintiendo yo en este momento. Doy varios pasos atrás hasta chocarme con un
cuerpo y no tardo en girarme para encontrarme con una mirada llena de
arrepentimiento.
-
Y tú, tú nunca me has querido. –susurro con la
voz rota.
-
Te amo, ______. Escúchame…-se calla al sentir mi
mano chocar contra su mejilla fuertemente.
-
Te odio, te odio tanto –susurro mientras le miro
a los ojos. Realmente era verdad lo que decían: del amor al odio hay tan solo un paso. Me giro para enfrentarme a
la mirada de aquella mujer a la que he añorado llamar madre durante años, y
ahora me maldigo por tener que llamarle así – no quiero saber nada de ti, no
quiero tener nada que ver contigo. Para mí no eres nadie.
Y sin nada más que decir salgo corriendo a toda velocidad
hasta quedar en el jardín, miro para arriba hasta que mi mirada choca con una
pequeña casa de árbol que cuelga en el único árbol de la casa, y cierro los
ojos al tan solo recordar ese día.
-
Por favor,
papá. Todas mis amigas tienen una…-digo mientras me agarro a su pierna
intentando encontrar el mando de la televisión para apagarla.
-
_____,
estoy muy cansado. Acabo de llegar de trabajar.
-
Te prometo
que si me la haces, te haré el mejor masaje de tu vida –sonrío aún sabiendo que
dos o tres dientes me faltan para tener una sonrisa totalmente bonita. Mi padre
me mira divertido, pensando lo que le acabo de decir.
-
Está bien,
pequeña. Pero quiero ese masaje tan increíble del cuál hablas después eh –se
levanta sacando el mando del bolsillo trasero del pantalón y lo apaga mientras
me mira burlón.
-
¡Así que
lo tenías en el culo…! –exclamo mientras pongo mis manos en mi cintura.
-
¡Así es!
–y después de exclamar esto me coge en brazos para dirigirse al jardín conmigo.
Me deja en el suelo cuando llegamos, y juntos entre risas y bromas hacemos una
pequeña casa de árbol.
-
Es
preciosa papá, muchas gracias –me lanzo a sus brazos mientras le lleno la cara
a besos.
-
Como tú,
princesa. –sonríe con un brillo en los ojos que hace que yo sonría aún más. Realmente,
tengo el mejor padre del mundo.
-
Este será
mi sitio para esconderme de mamá cuando me regañe –susurro en su oído mientras
me río en voz baja.
-
Te voy a
dar un consejo, princesa…-susurra mientras me abraza por detrás dejándome caer
en su pecho- a veces es bueno escapar, huir de los problemas. Cuando seas
grandes y no puedes más, escapa. Huye. No eres una cobarde por ello, pequeña.
-
¿Podría
huir a París, papá?
-
Podrás
huir donde quieras, pero con una sola condición…-susurra mientras me mira.
-
¿Cuál?
-
Que
siempre me lleves a mí, aunque sea en el corazón.
Seco mis lágrimas tras recordar la estampa de mi padre y mía
construyendo esta pequeña casa. ‘ A veces
es bueno escapar, huir de los problemas. Cuando seas grandes y no puedes más,
escapa ‘ y eso mismo iba a hacer.
Escapar, huir, olvidar. Irme lejos de toda esta mierda, reírme del peligro
mientras viajo en avión a unos kilómetros de distancia de todo el mundo. De
todas las mentiras. De todo el miedo. Y sobre todo de toda esta gente que me ha
estado engañando día tras día. Seco mis lágrimas con mi camiseta y justo antes
de dar algunos pasos hacia delante, una voz me detiene. Esa voz que ha sido mi
preferida durante tantos días, esa voz que me ha alegrado tantas mañanas, esa
voz que me ha dado mi mejor refugio cuando alguien me quería hacer daño.
Irónico, lo sé. Me giro para enfrentarme a sus ojos color miel, intentando ser
fuerte pero todas las fuerzas se van cuando lo veo parado con los ojos llenos
de lágrimas. Todo se derrumba, y el querer parecer fuerte desaparece.
-
Perdóname, por favor pequeña. Te amo, te
necesito a mi lado –susurra con la voz llena de dolor haciendo que mundo caiga
una vez tras otra.
-
No puedo, no puedo…-repito una vez tras otra
mientras mis palabras se llenan de sinceridad, amor, dolor- me has mentido
durante tanto tiempo. Me has hecho creer en tantas cosas, que ahora no sirven
para nada. Me has dicho tantas palabras bonitas que se acaban de esfumar hace
segundos.
-
Al principio todo fue obligación, pero me
enamoré de ti. Estoy enamorado de tu sonrisa, de tu risa, de tus abrazos, de
tus suspiros, de tus enfados, de tus te quiero, de tus labios, de tus ojos.
Estoy enamorado de esa facilidad de hacerme sentir bien, estoy enamorado de ti.
De toda tú. Me prometiste que no te ibas a ir de mi lado nunca.
-
Y tú me
prometiste no hacerme daño jamás, y ahora me entero de que has estado
haciéndomelo siempre.
-
______, yo…
-
¿Por qué? –pregunto mientras las lágrimas
empiezan a salir de mis ojos- ¿te divertías mientras me mentías? ¿te lo pasabas
bien viéndome llorar y sin poder decirme la verdad? –me acerco a él y le empujo
haciendo que de un paso hacia atrás- ¡contéstame! –exclamo mientras las lágrimas
empiezan a salir con más velocidad- ¿te divertías? –le pego otro empujón pero
esta vez no se mueve y con sus manos aguanta las mías dejándola en su pecho.
Bajo la cabeza mientras siento como todo mi cuerpo tiembla,
como todo se va a la mierda. Mientras siento como las mentiras me pisotean una vez tras otra haciéndose huellas en mi corazón. Llorando sin querer llorar
pero sin poder parar. Sidngo unos brazos rodear mi cuerpo y poco después la
respiración de Justin chocar con mi cuello. Y ahora me doy cuenta de toda la
razón que tiene la famosa frase de: a
veces quien te hace llorar es la única persona que te puede consolar. Me
aferro a su cuerpo, y me derrumbo justo ahí. A su lado. Sintiéndome una
marioneta de mi dolor. Nuevamente todo vuelve a ir mal. Nuevamente la tormenta
se apoderó del sol, y las nubes grises del cielo azul. Mi corazón se rompe poco
a poco, y no sé si seré capaz de poder sobrellevar todo esto. ‘Lo siento tanto, pequeña. Lo siento tanto’ susurra
Justin en mi oído haciéndome estremecer. Me separo de él, y le miro con nada
más que dolor en mis ojos. Quiero hablar pero las palabras no salen, todo se ha
vuelto en mi contra. Quizás la felicidad no esté hecha para mí. Y la única
solución que juega en mi mente es una: huir.
-
Perdóname…-susurra Justin con la voz ronca
dejando caer su frente en la mía para poco después quitar mis lágrimas con las
yemas de sus dedos. Me aparto dejando su mano en el aire.
-
Me voy a ir, Justin. Voy a alejarme de todo esto
–digo haciendo un paréntesis en toda la situación- y cuando vuelva, quizás
podamos hablar.
-
Pero, ¿dónde vas a ir?
-
A un sitio que cuando mire para el lado no vea a
nadie que me ha traicionado.
Y dicho esto con una última mirada salgo del jardín para
dejar solo al que fue el amor de mi vida, y ahora no es nada.
|| NARRADOR ||
En la vida ocurren cosas que te hacen darte cuenta de la
realidad. La vida tiene una serie de normas las cuáles nadie cumple. A veces
confías en alguien que realmente todo lo que le tiene atado a ti es una
mentira, pero otras veces confías en alguien que te miente porque lo daría todo
por ti. Pero a veces todas las cosas que creías que era verdad son mentiras, y
aunque sean mentiras pequeñas. O mentiras grandes. Siguen siendo mentiras.
Hay una parte en la vida de toda persona que se cree que
todo el mundo te quiere regalar sonrisas que contienen mentiras. Que parecen
que te dicen mentiras para que te sientas mejor, sin saber que todas las
mentiras llegan a su final, un final que se podría haber solucionado sin
empezarlo.
Y ahora mismo ______ piensa que
toda su vida ha sido una puta
mentira, llena de sonrisas falsas. De te
quiero sin sentimientos. De caricias sin deseos. Tantos momentos, tantas
risas, tanto amor que ahora andan roto encerrado en una caja que nadie podrá
encontrar. Una caja que está en su corazón. O mejor dicho de sus corazones.
Justin está mirando a la nada, su
vida acaba de dar un giro de trescientos sesenta grados. Acaba de perder a la
chica que le ha regalado sus mejores días, sus mejores noches. Acaba de perder
a la chica que le ha dado sus mejores sonrisas, e incluso sus mejores lágrimas.
Y ahora no tiene nada, por su maldita
cobardía. Por culpa de todas esas mentiras que han llegado a su final. La ha perdido, lo que más ha temido que
pasara, ha pasado. Se deja caer en el césped y las lágrimas empiezan a caer por
sus mejillas. Sus ojos color miel se van apagando a un color oscuro, sin
sentimientos, sin nada que transmitir. Porque ahora está roto. Los chicos no lloran le dice una voz en su cabeza. Créeme que cuando pierdes a una personas que
amas, todo el mundo llora le responde otra voz. Y todo se acaba. Todo ha
acabado. La mecánica del amor se ha apagado para no volver a encenderse.
Si has leído los capítulos 60 y 61 de la mecánica del amor, pulsa aquí para hacérmelo saber Tweet to @espebieber
¡Muchas gracias por leer!
O_O ¿Cómo haces esto? ¿Como me los separas? jaja con lo que me encantaban como pareja...
ResponderEliminarMe parece muy fuerte lo que ha pasado, no me lo esperaba
Espero que las cosas se solucionen porque me gustaría mucho que volvieran a estar juntos