jueves, 18 de julio de 2013

La mecánica del amor {60, 61}

____ mira hacia todos los lados sin entender nada y un susurro le dice que se aleje de todo, el pecho se le encoje al ver las lágrimas de su madre derramarse pero el miedo le consume al ver los labios en línea de su novio y la mirada fría hacia una parte de la habitación que desconoce. 

-          Sal de la habitación, ______.

La voz rota de su madre le hace estremecer y antes de negarse a echarle cuenta capta la mirada de Justin que con la mirada le pide a gritos que le haga caso a su madre. ____ se acerca temblorosa a Justin y cuando está a unos centímetros, eleva su mano para acariciar la barbilla rasposa de él. Se pone de puntillas, rozando sus labios.

-          Dime, que todos esos secretos no tienen nada que ver con mi madre. Por favor.

-          _______, sal de la habitación…

-          Justin, pero…

-          Por favor.

Después de girarse para mirar a su madre sale de la sala dejando el rastro de un miedo aterrador. Cuando ésta sale de la habitación, los ojos de Justin se encuentran con los de Noemí. Una mirada fría, pura, sincera, dolorosa y llena de miedo.

-          ¿Le has dicho alg…-antes de que acabe Justin le interrumpe con una risa sarcástica.

-          ¿Crees que si le hubiera dicho algo estaría ella aquí ahora mismo? Cumplo mis promesas, sabes eso.

-          Tu padre no las cumplió realmente.

-          No quieras meter a mi padre en esto.

-          Tu padre es el centro de todo esto, Justin.

-          Por tu culpa, si tú no…

-          No lo digas.

-          ¿A caso te surge el miedo ahora, Noemí? –pregunta Justin con tan solo rencor en sus palabras.

-          He tenido miedo siempre, por eso caí en esta enfermedad.

-          Y tenías que curarte justo ahora –susurra Justin.

-          Echaba de menos todo esto –dice Noemí alzando la voz mientras mueve sus brazos de un lado a otro, sin poder contener todos sus sentimientos.

-          ¿El qué echabas de menos? ¿Eh? –pregunta Justin acercándose a ella - ¿hacerle daño a mi padre? ¿mentirle a tus hijas?

-          ¡Tú no tienes ni idea de todo esto, tenías trece malditos años cuando todo pasó!

-          Pero he tenido que contener ese secreto por más de cinco años, he tenido que ver a mi novia, sí, a la chica que dejaste sola, llorar noche tras noche, y no le he podido decir la puta verdad ¿sabes por qué? ¿lo sabes? ¡claro que lo sabes! Por no hacerle daño a mi padre, por cubrir tu espalda sin tener porqué hacerlo.

-          Lo que pasó no debería de haber pasado.

-          Pero pasó, ¿y ahora qué le vas a decir a tus hijas?

-          No tengo por qué decirles nada. Y tú tampoco.

-          No voy a seguir así, Noemí. Ya no más – dice Justin bajando la cabeza mientras los momentos junto a ___ pasaban cámara lenta- estuve con tu hija para cuidarla, como tú y mi padre me obligasteis a hacer. Pero me he enamorado. La quiero, y no voy a mentirle más.

-          Desenamórate. Aléjate de ella, le harás daño.

-          Se lo he hecho todo este tiempo por tu culpa, no me vengas ahora con preocupación sobre los sentimientos de tu hija.

-          Lo hice para protegerla de todo.

-          ¡Lo único de lo que tenías que protegerla era de ti!

-          ¡YO NO HICE NADA! –grita Noemí mientras el corazón le empieza a latir como si quisiera salirse de su pecho.

-          ¡MATASTE A SU PADRE, ¿ESO NO ES NADA?! –exclama Justin rojo de la furia sin saber que acababa de romper al amor de su vida por la mitad.

|| NARRA _______ ||

El mundo se me vino abajo cuando escucho esas tres palabras mataste a su padre. Me dejo caer en la puerta abriéndola y la mirada de mi madre y de Justin se ponen en mí. Los ojos se me aguan y puedo escuchar algo romperse contra el suelo: mi corazón. Las lágrimas salen una tras otra desembocando en mis labios haciendo que mi saliva cobre un sabor salado. He estado engañada toda mi vida. Mi madre, mi propia madre mató a mi padre. Y Justin salió conmigo tan solo por obligación, ¿es esto un maldito sueño? Si es así despertarme ya, por favor. Doy algunos pasos hasta ponerme en frente de mi madre que llora, quizás, con la misma sofocación que lo he hecho yo cinco años atrás. He cambiado mi mirada de amor a odio en tan solo segundos. Siento tanto dolor, que no sé cómo realmente actuar.

-          ¿Cómo…-me atraganto con mis lágrimas- ¿cómo pudiste? –retomo mi pregunta con la voz rota. Sin querer otra cosa que irme lejos de ese lugar. Pero necesito tantas respuestas.

-          Hija, yo…-le corto ‘no me llames hija’ susurro con dolor en mis palabras- nada de esto debería de haber pasado. Una noche tu padre y yo estábamos peleando, me encontró con otro hombre. Yo estaba nerviosa, me quería separar de ti. Te quería llevar con él. No podía hacer otra cosa, estaba enfadada. Y…

Le miro mientras mis piernas tiemblan junto a mis labios, mis manos mueren por ir hacia su cara y hacerle sentir todo el daño que estoy sintiendo yo en este momento. Doy varios pasos atrás hasta chocarme con un cuerpo y no tardo en girarme para encontrarme con una mirada llena de arrepentimiento.

-          Y tú, tú nunca me has querido. –susurro con la voz rota.

-          Te amo, ______. Escúchame…-se calla al sentir mi mano chocar contra su mejilla fuertemente.

-          Te odio, te odio tanto –susurro mientras le miro a los ojos. Realmente era verdad lo que decían: del amor al odio hay tan solo un paso. Me giro para enfrentarme a la mirada de aquella mujer a la que he añorado llamar madre durante años, y ahora me maldigo por tener que llamarle así – no quiero saber nada de ti, no quiero tener nada que ver contigo. Para mí no eres nadie.

Y sin nada más que decir salgo corriendo a toda velocidad hasta quedar en el jardín, miro para arriba hasta que mi mirada choca con una pequeña casa de árbol que cuelga en el único árbol de la casa, y cierro los ojos al tan solo recordar ese día.

-          Por favor, papá. Todas mis amigas tienen una…-digo mientras me agarro a su pierna intentando encontrar el mando de la televisión para apagarla.

-          _____, estoy muy cansado. Acabo de llegar de trabajar.

-          Te prometo que si me la haces, te haré el mejor masaje de tu vida –sonrío aún sabiendo que dos o tres dientes me faltan para tener una sonrisa totalmente bonita. Mi padre me mira divertido, pensando lo que le acabo de decir.

-          Está bien, pequeña. Pero quiero ese masaje tan increíble del cuál hablas después eh –se levanta sacando el mando del bolsillo trasero del pantalón y lo apaga mientras me mira burlón.

-          ¡Así que lo tenías en el culo…! –exclamo mientras pongo mis manos en mi cintura.

-          ¡Así es! –y después de exclamar esto me coge en brazos para dirigirse al jardín conmigo. Me deja en el suelo cuando llegamos, y juntos entre risas y bromas hacemos una pequeña casa de árbol.

-          Es preciosa papá, muchas gracias –me lanzo a sus brazos mientras le lleno la cara a besos.

-          Como tú, princesa. –sonríe con un brillo en los ojos que hace que yo sonría aún más. Realmente, tengo el mejor padre del mundo.

-          Este será mi sitio para esconderme de mamá cuando me regañe –susurro en su oído mientras me río en voz baja.

-          Te voy a dar un consejo, princesa…-susurra mientras me abraza por detrás dejándome caer en su pecho- a veces es bueno escapar, huir de los problemas. Cuando seas grandes y no puedes más, escapa. Huye. No eres una cobarde por ello, pequeña.

-          ¿Podría huir a París, papá?

-          Podrás huir donde quieras, pero con una sola condición…-susurra mientras me mira.

-          ¿Cuál?

-          Que siempre me lleves a mí, aunque sea en el corazón.

Seco mis lágrimas tras recordar la estampa de mi padre y mía construyendo esta pequeña casa. ‘ A veces es bueno escapar, huir de los problemas. Cuando seas grandes y no puedes más, escapa ‘  y eso mismo iba a hacer. Escapar, huir, olvidar. Irme lejos de toda esta mierda, reírme del peligro mientras viajo en avión a unos kilómetros de distancia de todo el mundo. De todas las mentiras. De todo el miedo.  Y sobre todo de toda esta gente que me ha estado engañando día tras día. Seco mis lágrimas con mi camiseta y justo antes de dar algunos pasos hacia delante, una voz me detiene. Esa voz que ha sido mi preferida durante tantos días, esa voz que me ha alegrado tantas mañanas, esa voz que me ha dado mi mejor refugio cuando alguien me quería hacer daño. Irónico, lo sé. Me giro para enfrentarme a sus ojos color miel, intentando ser fuerte pero todas las fuerzas se van cuando lo veo parado con los ojos llenos de lágrimas. Todo se derrumba, y el querer parecer fuerte desaparece.

-          Perdóname, por favor pequeña. Te amo, te necesito a mi lado –susurra con la voz llena de dolor haciendo que mundo caiga una vez tras otra.

-          No puedo, no puedo…-repito una vez tras otra mientras mis palabras se llenan de sinceridad, amor, dolor- me has mentido durante tanto tiempo. Me has hecho creer en tantas cosas, que ahora no sirven para nada. Me has dicho tantas palabras bonitas que se acaban de esfumar hace segundos.

-          Al principio todo fue obligación, pero me enamoré de ti. Estoy enamorado de tu sonrisa, de tu risa, de tus abrazos, de tus suspiros, de tus enfados, de tus te quiero, de tus labios, de tus ojos. Estoy enamorado de esa facilidad de hacerme sentir bien, estoy enamorado de ti. De toda tú. Me prometiste que no te ibas a ir de mi lado nunca.

-          Y  tú me prometiste no hacerme daño jamás, y ahora me entero de que has estado haciéndomelo siempre.

-          ______, yo…

-          ¿Por qué? –pregunto mientras las lágrimas empiezan a salir de mis ojos- ¿te divertías mientras me mentías? ¿te lo pasabas bien viéndome llorar y sin poder decirme la verdad? –me acerco a él y le empujo haciendo que de un paso hacia atrás- ¡contéstame! –exclamo mientras las lágrimas empiezan a salir con más velocidad- ¿te divertías? –le pego otro empujón pero esta vez no se mueve y con sus manos aguanta las mías dejándola en su pecho.

Bajo la cabeza mientras siento como todo mi cuerpo tiembla, como todo se va a la mierda. Mientras siento como las mentiras me pisotean una vez tras otra haciéndose huellas en mi corazón. Llorando sin querer llorar pero sin poder parar. Sidngo unos brazos rodear mi cuerpo y poco después la respiración de Justin chocar con mi cuello. Y ahora me doy cuenta de toda la razón que tiene la famosa frase de: a veces quien te hace llorar es la única persona que te puede consolar. Me aferro a su cuerpo, y me derrumbo justo ahí. A su lado. Sintiéndome una marioneta de mi dolor. Nuevamente todo vuelve a ir mal. Nuevamente la tormenta se apoderó del sol, y las nubes grises del cielo azul. Mi corazón se rompe poco a poco, y no sé si seré capaz de poder sobrellevar todo esto. ‘Lo siento tanto, pequeña. Lo siento tanto’ susurra Justin en mi oído haciéndome estremecer. Me separo de él, y le miro con nada más que dolor en mis ojos. Quiero hablar pero las palabras no salen, todo se ha vuelto en mi contra. Quizás la felicidad no esté hecha para mí. Y la única solución que juega en mi mente es una: huir.

-          Perdóname…-susurra Justin con la voz ronca dejando caer su frente en la mía para poco después quitar mis lágrimas con las yemas de sus dedos. Me aparto dejando su mano en el aire.

-          Me voy a ir, Justin. Voy a alejarme de todo esto –digo haciendo un paréntesis en toda la situación- y cuando vuelva, quizás podamos hablar.

-          Pero, ¿dónde vas a ir?

-          A un sitio que cuando mire para el lado no vea a nadie que me ha traicionado.

Y dicho esto con una última mirada salgo del jardín para dejar solo al que fue el amor de mi vida, y ahora no es nada.

|| NARRADOR ||

En la vida ocurren cosas que te hacen darte cuenta de la realidad. La vida tiene una serie de normas las cuáles nadie cumple. A veces confías en alguien que realmente todo lo que le tiene atado a ti es una mentira, pero otras veces confías en alguien que te miente porque lo daría todo por ti. Pero a veces todas las cosas que creías que era verdad son mentiras, y aunque sean mentiras pequeñas. O mentiras grandes. Siguen siendo mentiras.

Hay una parte en la vida de toda persona que se cree que todo el mundo te quiere regalar sonrisas que contienen mentiras. Que parecen que te dicen mentiras para que te sientas mejor, sin saber que todas las mentiras llegan a su final, un final que se podría haber solucionado sin empezarlo.
Y ahora mismo ______ piensa que toda su vida ha sido una puta mentira, llena de sonrisas falsas. De te quiero sin sentimientos. De caricias sin deseos. Tantos momentos, tantas risas, tanto amor que ahora andan roto encerrado en una caja que nadie podrá encontrar. Una caja que está en su corazón. O mejor dicho de sus corazones.

Justin está mirando a la nada, su vida acaba de dar un giro de trescientos sesenta grados. Acaba de perder a la chica que le ha regalado sus mejores días, sus mejores noches. Acaba de perder a la chica que le ha dado sus mejores sonrisas, e incluso sus mejores lágrimas. Y ahora no tiene nada, por su maldita cobardía. Por culpa de todas esas mentiras que han llegado a su final. La ha perdido, lo que más ha temido que pasara, ha pasado. Se deja caer en el césped y las lágrimas empiezan a caer por sus mejillas. Sus ojos color miel se van apagando a un color oscuro, sin sentimientos, sin nada que transmitir. Porque ahora está roto. Los chicos no lloran le dice una voz en su cabeza. Créeme que cuando pierdes a una personas que amas, todo el mundo llora le responde otra voz. Y todo se acaba. Todo ha acabado. La mecánica del amor se ha apagado para no volver a encenderse.






Si has leído los capítulos 60 y 61 de la mecánica del amor, pulsa aquí para hacérmelo saber ¡Muchas gracias por leer!

1 comentario:

  1. O_O ¿Cómo haces esto? ¿Como me los separas? jaja con lo que me encantaban como pareja...
    Me parece muy fuerte lo que ha pasado, no me lo esperaba
    Espero que las cosas se solucionen porque me gustaría mucho que volvieran a estar juntos

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