viernes, 16 de noviembre de 2012

La mecánica del amor {41}


10 días más tardes.

|| _________ ||

Ya no me llamó más. Y aunque mi cabeza dijera que era lo mejor para mi, mi corazón decía a gritos que ese estúpido móvil empezara a sonar como loco con su nombre en la pantalla, y que me dijera que volviera por él. Pero ya no hubo más llamadas. Ni más mensajes. Ni más nada. Y lo extraño, lo extraño demasiado. Maldita sea. Miro la nube color gris que vuela encima de mi, y le doy dos pequeños toques a la colilla de mi cigarro mientras miro como se consume. He empezado a fumar hace un par de días. No puedo estar sin sus abrazos a media noches con susurros llenos de amor junto a caricias que me hacían viajar hacía el país de las maravillas. Aplasto lo que queda de cigarro contra un lado de la ventana de madera y lo tiro hacia el jardín. Suspiro. Una brisa fría hace que me acurruque a mi misma, ¿cómo puede hacer en Abril este tiempo? Cierro la ventana, y me acerco a mi cama. Cojo los apuntes de biología, y lo repaso. Un profesor viene a mi casa a darme el temario y examinarme. Y odio eso. Tiro los apuntes al suelo, y me quedo con la mirada fija en un punto de la pared de mi habitación. Y nuevamente, como hace diez días atrás, lloro desconsolada. Muerdo mi labio fuerte, y me obligo a mi misma a parar de llorar. Yo he decidido venirme aquí a estar con mi madre y mi hermana. Ella me dio a elegir si quería seguir estando en Canadá o si quería estar junto a mi madre apoyándola, haciéndole saber que no esta sola. Y es que he soñado tanto con el momento de poder gritarle a el mundo que ella es mi madre, poder darle un abrazo que no podía hacerme la idea de no estar a su lado cuando ella recordara todo. Y aunque me maldiga mil veces por no haberme despedido de Justin a la cara, creo que hice lo mejor en venirme junto a mi madre y mi hermana. Me levanto de mi cama y me acerco a mi ordenador. Doy golpecitos en mi pierna mientras espero que cargue ¡¡Como tarda!! Ahora giro en la silla hasta escuchar el típico ruido de los ordenadores cuando se encienden. Se abre el Messenger automáticamente. Y me asusto al escuchar el sonido de que alguien me acaba de abrir una conversación. Me extraño, ¿será él? Y con un mínimo de esperanzas, abro a quien me ha dado conversación. Me desilusiono un poco, pero por otro lado sonrío. Brid.

• Bridger:

¡¡Holaaaaaaaaaaaaa!! Te extraño tanto, tía.

• _____ :

¡Holaaaa! Yo también a ti, cielo.

• Bridger:

¿Qué tal todo por allí?¿qué tal tu madre?

•______:

Bueno…por aquí todo es nuevo. No conozco a nadie. Y mi madre, los médicos dijeron que iba a mejorar. Ojala sea verdad.

• Bridger:

Ya verás que si *icono de un corazón* ¿y tú?¿qué tal estás tú?

• ______:

Bien, estoy bien.

• Bridger:

A mi no me engañas, ____. Él está un poco raro, la verdad.

Trago saliva sonoramente.

• _____:

¿Cómo que raro?¿Se le ve mal?

• Bridger:

Ha vuelto a salir con los estúpidos, ya sabes de quienes te hablo. Ha vuelto a ir de chulo, ha cambiado. Como cuando fuimos a aquel viaje. Ya no es el mismo.

•____:

Entonces…¿no se le ve afectado, verdad? Dime la verdad, Bridger.

• Bridger:

No ____, no se le ve afectado.

•____:

*icono sonriendo*

• Bridger:

A mi con iconos no me engañas, ya te lo dije. No te pongas mal, olvídalo. Has una nueva etapa en tu vida.

Un ruido hace que me sobresalte. Bajo el volumen de los altavoces. Un nuevo contacto se ha conectado, miro quien es, y el corazón empieza a latirme rápidamente. Justin. Miro su foto, sale él solo. Miro la mía. Mierda no la cambié. Salíamos los dos. La cambio rápidamente por una mía sonriendo. Que fácil es aparentar estar feliz. 

•____:

Si, llevas razón. Me voy ya, cielo. Espero que hablemos pronto. Te quiero mucho.

Y sin dejarle tiempo a que se despida, cierro sesión y apago el ordenador. Me tiro a mi cama y empiezo a patalear como cualquier niña pequeña de cinco años. Y solo se me pasa por mi cabeza pensar en ti. Quiero que me acurruques entre tus brazos y me envuelvas de tu perfume. Quiero que me des calor, en los días que tenga frío. Justin, ¿tan fácil soy de olvidar? 

||JUSTIN||

Y no puedo dejar de pensar en tu sonrisa, en tus ojos, en esas arrugas que te salían cuando reías sin parar, en esos susurros del cual me siento culpable cuando te llenaba de besos por todo el cuerpo, ¿Qué que quiero en este momento? Quiero que sigas siendo la primera persona a la cual vea cuando me despierte. Quiero abrazarte y susurrarte esos ‘buenos días, pequeña’ que tanto te gustaban. Quiero que me des tus mejores noches, y yo darte mis mejeros caricias. Quiero que me llames diciéndome que vas a coger un vuelo para volver y escaparnos juntos, como hicimos hacia aquella pequeña cabaña de la bola, ¿recuerdas, princesa? Quiero sentirte cerca. Sentir tus labios. Ag, tus labios. Como extraño besarlos. Quiero cogerte entre mis brazos y no soltarte. Me mata no tenerte aquí, a mi lado. 

- Tato…-dice una suave voz sacándome de mis pensamientos. Cierro el portátil.

- Dime, princesa –le contesto con una sonrisa a mi pequeña hermana que se sienta en mi cama y se lleva sus manos a su cintura mientras me mira con el ceño fruncido.

- Tengo que preguntarte algo…-asiento mientras espero su pregunta- ¿por qué ya no traes a ____ a casa? ¡La echo de menos! Era la única de tus amigas que juega conmigo a las barbies.

- Silencio.
- Silencio.

- Bueno, volverá pronto. Y ahora vete a duchar que te está llamando mamá.

- No me está llam..-le interrumpo.

- Corre Jazzy.

- Está bien, pero yo también sé que la extrañas como yo.

Y dicho eso pega un salto de la cama al suelo y moviendo sus caderas dulcemente se va de mi habitación dejando la puerta abierta. Suspiro. Maldita sea. Cierro mi puño. Cojo mi móvil, busco tu nombre. ____. Batallo en mi mente la idea de llamarte o no, tengo tantas ganas de escucharte y aunque me prometí a mi mismo no llamarte. Olvidarte. ¿A quién quiero engañar? Eso es imposible. Te has metido en mi corazón, en mi cabeza, en mi piel. Y no hay día y hora que no piense en ti. Pongo número desconocido y te llamo. Bi, bi,bi,bi…estoy a punto de colgar pero tu voz me cuelga. Te estoy escuchando. Hace tan solo diez días que no te escucho, y para mi es como un año.

- ¿Si?¿Puede hablar? –pregunta sucesivamente. Hago el intento de hablar pero no puedo- voy a colgar si no me habla.

- No, señora no cuelgue. Le hablamos desde una empresa y quería hacerle algunas preguntas ¿puede usted contestarla? –digo poniendo una voz grave. Eres estúpido Justin, ¿qué haces? Me pienso para mi mismo, pero las ganas de estar hablando con ella durante más tiempo se me hacen enorme.

- Si, claro –contesta cortés. Ella tan educada como siempre.

- ¿Cuántos años tiene?

- 17.

- ¿Estudias?¿Qué profesión quiere coger?

- Si. Quiero coger la profesión de psicología.

- Interesante, buena elección –toso al sentir como mi voz se quiebra- ¿dónde vive?

- Silencio.

- Soy de Canadá, pero ahora mismo vivo en Georgia –noto como su voz se vuelve rota, y me mata por dentro.

- ¿Y me echas de menos? –pregunto con la voz ronca. 

Y cuelgo. Sin dejar que ella me responda aunque ya sé la respuesta. Debo de dejar de comerme la cabeza, y olvidarle. Si. Estoy decidido. Voy hacia mi agenda del móvil y borro su número. Una punzada. Abro el Messenger y bloqueo su email. Otra punzada. Pero estoy seguro que ya no más ____. Ni ya más amor. Ahora me toca disfrutar y divertirme. A la mierda con todo. 

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